Que si naces y vienes a este mundo como otros miles de millones de seres humanos lo puedes hacer en mil lugares y de mil maneras pero hasta el momento tan solo se puede salir del vientre materno por dos lugares. Luego viene el festejo de la llegada, el sufrimiento de la madre en esos "bellos momentos". Acuérdate de invitar y decirlo a los cuatro vientos que luego llega la bruja mala y nos echa una maldición.
Después creces, unos más que otros en el seno de familias, casas de acogida y otros variopintos lugares. Crecer es algo que puede ser sencillo o complejo, según sean padres y luego, según quiera el infante o adolescente...
Que luego se relaciona. Unos llevan genes de relación, a otros les cuesta y finalmente existe un porcentaje que pasa, llegando al extremo de algunos que odian relacionarse. Puede ser algo sentimental, emocional, interesado, sexual, deportivo, en plan de amigos y con distintas personas u objetos.
Y finalmente, el ser humano muere. Cual flor marchita que pierde la belleza y en ocasiones queda altiva pero seca, mientras que otras veces se desintegra, desaparece. El hombre y por ende, la mujer que va en el machista concepto ha inventado diversas maneras de hacer desaparecer al fallecido, al cadáver, al "no ser humano".
Aceptemos cada una de las etapas y disfrutemos de ellas, llegado el caso, con dignidad el sufrimiento quien guste de la santificación, luchando por la opción de marchar cuando todo este claro, hecho y atado. No dejemos que gobiernos, religiones, ideologías y familias cercanas no nos permitan llegar al estadio final de la vida tal y como nunca quisimos.
Existen religiones y culturas de vida y muerte, pero no hagamos de lo natural algo fantástico, irreal, supersticioso de manera que perdamos el sentido de la vivir y de morir.
El ser humano nace, crece, se relaciona y muere.
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